En junio de 1994, Nicholas Barclay, un chico de 13 años oriundo de Texas, le pidió a su hermano mayor que lo llevara a casa después de haber jugado un partido de básquet, pero como le dijo que no lo iba a hacer tuvo que caminar. Esa fue la última vez que lo vieron.
Tres años más tarde, las autoridades estadounidenses recibieron un llamado desde España, donde un supuesto oficial alertaba sobre la aparición de un adolescente que podría ser Nicholas. El menor aseguraba que lo habían secuestrado y abusado de él, por lo que su hermana Carey viajó hasta la ciudad de Linares, a 320 kilómetros al sur de Madrid, para ir a buscarlo.
Pese a ello, en cuanto el presunto Nicholas Barclay regresó a su casa en Estados Unidos y se reencontró con su familia, algo no encajaba. El chico estaba teñido de rubio, tenía otro color de ojos y hablaba en un acento diferente. Él, por su parte, explicó que los cambios y la falta de memoria se debían a las torturas que había sufrido cuando cayó en manos de una red de explotación sexual infantil.
Cinco meses pasaron hasta que se descubrió la verdad. El joven que decía ser Nicholas se trataba de Frédéric Bourdin, un joven de 23 años que había cambiado su identidad cientos de veces porque quería iniciar una vida nueva, aunque, posteriormente, admitió que lo hacía “para recibir amor”.
El Camaléon
Frédéric Bourdin nació el 13 de junio en 1974 en el municipio de Nanterre, en Francia, en el seno de una familia conflictiva. Su padre estuvo ausente durante su crianza y su madre no le prestaba atención, así que la Justicia le dio la custodia a sus abuelos maternos. A pesar de ello, la vida tampoco era fácil en esa casa, por lo que Frédéric decidió huir a París cuando aún era un adolescente.
Benjamin Kent, Jimmy Morins, Alex Dole, Sladjan Raskovic, Arnaud Orions, Giovanni Petrullo y Michelangelo Martini, fueron algunos de los nombres con los que Bourdin se “camuflaba” en la sociedad. A lo largo de los años, el chico se infiltró en orfanatos, hogares de menores, escuelas secundarias y hospitales infantiles con diversas identidades menos la suya.
En 1992, cuando cumplió la mayoría de edad, Bourdin estaba decidido a deshacerse de su verdadera identidad haciéndose pasar por otros. Desde fingir ser un niño mudo y perdido hasta tirarse en medio de una calle y decir que lo habían atropellado sólo para que lo atendieran en un centro de salud.
De esta manera, a medidados de la década de los 90, el francés ya acumulaba una decena de antecedentes penales por mentir a las autoridades. Para ese entonces, hasta la Interpol seguía sus pasos por sus habilidades a la hora de manipular a cualquier persona.
En cuanto se proponía crear un nuevo personaje -mayormente niños-, Frédéric ponía todo de sí mismo: se afeitaba constantemente, se depilaba las cejas, usaba pantalones anchos y una remera de manga larga que lo hacía parecer de una menor estatura.
“El buen mentiroso utiliza la verdad. La clave está en que no todo deben ser mentiras”, explicó en declaraciones posteriores. Por eso, Bourdin se imaginaba como el nene desamparado que él mismo había sido en su infancia para “meterse” en el papel que iba a interpretar.
El caso de Nicholas Barclay
En octubre de 1997, Bourdin se encontraba alojado en una correccional de Linares, un municipio al sur de España, a pesar de que ya era mayor de edad. La jueza que estaba a cargo de su caso, le había dado 24 horas para demostrar que era un adolescente, sino le advirtió que tomaría sus huellas dactilares. Para ese entonces, Interpol ya tenía sus datos en sus registros, por lo que con sus antecedentes, lo más probable era que vaya a la cárcel.
Así fue cómo se le ocurrió un insólito plan: se hizo pasar por el director del centro donde estaba detenido y llamó al Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Maltratados de Estados Unidos, con el objetivo de conseguir información sobre la búsqueda de un chico con características físicas similares a las de él. La opción más factible fue Nicholas Barclay, un chico de 13 años que había desaparecido en 1994 en San Antonio, Texas.
Luego de conseguir una foto del adolescente estadounidense trató de imitar sus rasgos de manera minuciosa. Se decoloró el pelo y le pidió a un amigo que le haga un tatuaje parecido al que tenía Barclay. Sin embargo, el desafío más grande era que el color de ojos de Nicholas era azul y Frédéric los tenía marrón oscuro.
Para eso, inventó una historia increíble: supuestamente, una red de trata de personas lo había secuestrado, torturado y sometido a un experimento que incluían inyecciones de sustancias químicas en sus pupilas.
La hermana de Nicholas, Carey, viajó a España y no dudó en identificar a Bourdin como Nicholas. “El corazón te puede y quieres creer”, recordó la joven años más tarde, en una entrevista con la revista Vanity Fair. Luego de ello, las autoridades de Madrid le entregaron a Frédéric un pasaporte y al día siguiente, viajó a Estados Unidos.
De acuerdo al testimonio de la mamá del chico desaparecido, Beverly, Boudin logró llevar su plan casi a la perfección: se inscribió a la secundaria, jugaba con sus hermanos y era cariñoso con todos sus familiares.
En paralelo, el 1 de noviembre de 1997, el detective Charlie Parker fue contratado por un programa de televisión local para colaborar en la investigación del caso. Es que, en ese entonces, la noticia de la aparición de Barclay había conmocionado a la localidad de San Antonio y estaban tratando de hacer una nota sobre su historia.
Tras una serie de averiguaciones, Parker se reunió con el supuesto Nicholas en marzo del año siguiente para una entrevista. Sus dudas eran claras, él no era ni de cerca el chico de 13 años que había desaparecido, ya que la diferencia física era muy notoria.
“Mi nombre es Fréderic Bourdin y me busca la Interpol”, dijo el impostor luego de que el investigador lo indagara en el encuentro. Rápidamente, el joven de 23 años lo confesó todo. Además, le dijo que ya sentía que varias personas sospechaban de él y que no podía sostener la mentira por mucho tiempo más.
Así fue cómo, después de vivir cinco meses con una familia que creyó que su hijo había aparecido, Bourdin fue detenido por el FBI, bajo las órdenes de la Interpol.
El 9 de septiembre de 1998, “El Camaleón”, como fue apodado por la prensa, se declaró culpable de perjurio y falsedad documental, y justificó sus actos diciendo que “sólo buscaba amor”.
Bourdin pasó seis años en la cárcel y luego fue deportado a Europa, donde, a pesar de haber cumplido su condena, volvió a hacerse pasar por otros adolescentes desaparecidos y terminó nuevamente tras las rejas.
En 2007, se casó con una mujer francesa, con quien formó una familia y tuvo cinco hijos. Sin embargo, nunca se mostró arrepentido y aseguró, en varias ocasiones, que “es un manipulador y que no va a cambiar”.
Fuente: TN