La tendinitis es una condición frecuente que afecta a personas de todas las edades. Se caracteriza por la inflamación de los tendones, las estructuras fibrosas que conectan los músculos con los huesos. Mantener hábitos de vida saludables y una postura adecuada es clave para prevenir esta dolencia.
Los tendones, aunque son resistentes, también son vulnerables al uso excesivo. El dolor y la rigidez asociados a la tendinitis pueden interrumpir las actividades diarias, haciendo que una lesión menor se convierta en una fuente de incomodidad constante. Aprender a reconocer sus síntomas es crucial para evitar complicaciones a largo plazo.
¿Qué es y por qué ocurre?
La tendinitis, cómo se menciona más arriba, es una inflamación del tendón que puede ser provocada por actividades físicas de alta intensidad o repetitivas, técnicas deportivas incorrectas, lesiones previas en tendones o articulaciones, falta de flexibilidad o fuerza muscular o por una sobrecarga de los mismos. Esta afección es más común en áreas como el hombro, el codo, la muñeca, la rodilla y el talón, aunque puede afectar cualquier tendón del cuerpo.
Los tendones se vuelven más propensos a lesionarse con el envejecimiento, ya que pierden flexibilidad, pero la sobrecarga o la técnica incorrecta en ejercicios también juega un rol importante en personas jóvenes. Además, es fundamental tener en cuenta que la recuperación de las lesiones tendinosas puede ser más lenta en personas mayores debido a una disminución en la vascularización y en la capacidad de los tejidos para regenerarse.
Un estudio publicado en el Journal of Sports Science & Medicine señala que los factores que influyen en la aparición de la tendinitis incluyen no solo la actividad física excesiva, sino también el sedentarismo. Mantener un equilibrio entre el movimiento y el descanso es clave para la salud de los tendones.
Síntomas que no debemos ignorar
El síntoma principal de la tendinitis es el dolor en el área afectada, que generalmente empeora con el movimiento. Este dolor suele ir acompañado de hinchazón y rigidez, dificultando la movilidad normal. Algunas señales que indican desarrollo de tendinitis incluyen:
- Dolor localizado que aumenta al mover la articulación.
- Sensibilidad al tacto en la zona afectada.
- Hinchazón leve o enrojecimiento.
- Sensación de crujido al mover el área lesionada.
Si experimentas alguno de estos síntomas, es fundamental consultar a un médico o fisioterapeuta. Ignorar estas señales puede llevar a una tendinosis, una afección crónica donde el tendón no solo se inflama, sino que comienza a degenerarse.
Cómo prevenir la tendinitis
La prevención es la mejor forma de evitar los efectos dolorosos y limitantes de la tendinitis. Existen diversas formas de cuidar los tendones y reducir el riesgo de inflamación. Según la Clínica Mayo, algunos de los consejos más efectivos incluyen:
- Calentamiento y estiramiento. Realizar un calentamiento adecuado antes de cualquier actividad física y estirar después ayuda a mantener la flexibilidad de los tendones.
- Evitar movimientos repetitivos. Si tu trabajo o actividad requiere movimientos repetitivos, es conveniente tomar descansos frecuentes para dar tiempo a los tendones de recuperarse.
- Fortalecimiento muscular. Mantener los músculos alrededor de los tendones fuertes y tonificados reduce la tensión en los tendones.
- Técnica adecuada en ejercicios. Asegurarse de usar la técnica correcta al realizar ejercicios o actividades físicas evita sobrecargar los tendones de manera incorrecta.
Prevenir la tendinitis no solo implica cuidado físico, sino también ser conscientes de los límites del cuerpo. Evitar la sobreexigencia y respetar los tiempos de descanso son factores clave para mantener tendones saludables.
El tratamiento temprano es esencial para evitar daños mayores. La primera recomendación es reducir la actividad que causó la lesión. En muchos casos, el reposo es suficiente para aliviar los síntomas, pero también se pueden aplicar terapias complementarias como:
- Hielo. Aplicar hielo en la zona afectada reduce la inflamación y alivia el dolor.
- Medicamentos antiinflamatorios. En casos más severos, los médicos pueden recetar medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) para controlar el dolor y la hinchazón.
- Fisioterapia. Un fisioterapeuta puede diseñar un plan de ejercicios específicos para fortalecer la zona afectada sin causar más daño.
Fuente: TN