A mediados de junio de 1974, Cathy, una adolescente de 16 años que vivía en la ciudad estadounidense de Nueva Orleans, dio a luz a una bebé a la que llamó Alexis Miranda Badger. A pesar de que decidió tenerla, su madre la forzó a darla en adopción por las dificultades económicas que atravesaban en ese momento. Fue así cómo la chica entregó a su hija de nueve meses a un hogar de tránsito, donde quedaría a la espera de futuros padres adoptivos.
Después de 36 años, y cuando ya no aguantaba la intriga de saber cuál fue el destino de aquella niña, Cathy recibió una carta de la agencia que se encargó de la adopción comunicándole la peor noticia de su vida.
A partir de ese escrito, ella descubrió que su hija había desaparecido el 11 de marzo de 1989. La denuncia la había realizado el padre adoptivo, Dennis Bowman, quien dijo que se había ido de la casa y que “le había robado dinero antes de huir”. Pero esto no convenció a la mujer y decidió ahondar más en el caso, con la esperanza de encontrar a su hija.
La nueva familia
Con apenas nueve meses, Aundria se convirtió en la hija de Dennis y Brenda Bowman, y creció con ellos en la localidad de Hamilton, en lo que parecía ser un ambiente feliz. Sin embargo, todo cambió cuando entró en la adolescencia y empezó a sufrir golpes, maltrato y abuso sexual por parte de su padre adoptivo.
La tortura de vivir de esta manera la llevó a un punto límite al cumplir los 14 años. En ese momento, decidió romper el silencio y contárselo a su mamá, pero ella no le creyó. Después de hablar sobre los abusos con sus amigas del colegio, se reunió de valentía para dar la alerta a las autoridades de la escuela secundaria a la que asistía. Ese día, dijo que no quería volver a su casa porque “su papá abusaba de ella”.
Ante esta situación, los directivos de la institución llamaron a la policía y realizaron la denuncia. Este hecho hizo que un trabajador social se presentara en la casa de los Bowman para indagar a los padres. A pesar de ello, ambos negaron las acusaciones y señalaron a su hija como una “adolescente problemática”, ya que decían que solo actuaba como una rebelde porque había sido adoptada y porque quería llamar la atención.
Después de estas declaraciones, los tres se mudaron a una casa rodante que instalaron en una zona rural del condado de Allegan, la última ubicación en donde se le siguió el rastro a la menor.
El 11 de marzo de 1989, el padre adoptivo presentó una denuncia en la que detallaba que su hija se había ido de su casa tras supuestamente robarle dinero. Desde su versión, alegaba que la chica se drogaba desde hace un tiempo y que mentía constantemente.
En ese entonces, las autoridades locales iniciaron una búsqueda, mientras que la madre adoptiva afirmaba que Aundria había sido vista rondando la casa en distintas ocasiones, pero estos reportes nunca pudieron ser confirmados.
Desde el principio, el caso levantó sospechas por los antecedentes del padre de la chica de 14 años. En 1980, había sido detenido luego de ser acusado de llevar a una joven a una zona alejada de un bosque en Michigan para agredirla, delito por el que se declaró culpable como parte de un acuerdo con la fiscalía. Sin embargo, el historial delictivo del hombre no fue vinculado con la desaparición de Aundria en ese momento, y el caso quedó sin resolver por tres décadas.
La búsqueda de la verdad
Después de años, Cathy siguió con su vida, pero no de la mejor manera. La culpa de haber dado a su única hija en adopción le había provocado una depresión que la estancó durante mucho tiempo. A pesar de ello, trabajó como enfermera y conoció a un hombre llamado Edward Terkenian, con quien se casó.
Todo cambiaría en abril de 2010 cuando recibió una carta de la agencia que tramitó la adopción de Aundria y se ilusionó al pensar que, después de 36 años, quizás existía la posibilidad de que ambas se encontraran cara a cara.
Pero, lejos de ser una buena noticia, el escrito indicaba que su hija había desaparecido en 1989 -es decir 21 años atrás- y le solicitaban una muestra de sangre para realizar una prueba de ADN con un cuerpo que habían encontrado en Wisconsin. Los investigadores intentaban comprobar si el cadáver pertenecía a Aundria Bowman.
A partir de ese momento, Cathy empezó a buscar a la mujer, que al nacer la nombró como Alexis Miranda, con ayuda de su marido. De esta manera, creó una página de Facebook para difundir y muchas compañeras de colegio de Aundria le contaron todo lo que sabían. Allí fue cómo Terkanian descubrió el horror que había vivido su hija.
Durante años, se movilizó para descubrir la verdad junto a un detective privado y varios testigos que conocieron al padre adoptivo de la mujer desaparecida, pero no fue sino hasta febrero de 2020 cuando Bowman confesó haber matado a Aundria tras una confrontación en la que la chica lo acusó de abuso sexual.
En la discusión, Bowman golpeó a Aundria, lo que la hizo caer por las escaleras y sufrir una fractura fatal en el cuello. Luego, él desmembró el cuerpo y lo enterró en su propiedad de Monterey Township. Días después de la confesión, restos óseos fueron recuperados cerca de la casa en el condado de Allegan. Estaban cubiertos por una capa de cemento. Los análisis de ADN confirmaron que correspondían a la mujer desaparecida.
El caso de Aundria no fue el único crimen que saldría a la luz en relación con Bowman. En noviembre de 2019, el hombre había sido detenido como sospechoso del homicidio sin resolver de Kathleen Doyle, una mujer de 25 años asesinada en Norfolk, Virginia, en 1980. Además, fue aprehendido en 1998, en el condado de Ottawa, por irrumpir en la casa de una compañera de trabajo, con la intención de llevarse sus pertenencias personales, incluida su ropa interior.
El proceso judicial por la muerte de Aundria concluyó en diciembre de 2021, cuando Bowman se declaró culpable de asesinato en segundo grado en el Tribunal de Circuito del Condado de Allegan. En febrero de 2022, el hombre, que ya tenía 75 años, fue sentenciado a entre 35 y 50 años de prisión. La condena se dio a pesar de que las pautas estatales sugerían cadena perpetua, pero la corte buscó asegurar que no existiera la posibilidad de libertad condicional en un futuro cercano.
Durante el juicio, la esposa Brenda testificó y reveló que Aundria le había confesado años antes haber sido víctima de abuso por parte de su padre adoptivo, denuncia que ella no creyó en su momento.
En la actualidad, el acusado cumple dos cadenas perpetuas más 20 años adicionales por el asesinato de Doyle, además de la pena por el homicidio de Aundria, después de 30 años en que ambos casos permanecieron sin justicia.
Fuente: TN