Un rumor sacudió los cimientos de la astronomía. El cineasta científico Simon Holland, que produjo documentales financiados por la NASA, aseguró que estamos al borde de uno de los anuncios más impactante en la historia de la humanidad: la primera evidencia de vida extraterrestre en nuestra galaxia. La versión indica que el hallazgo ya fue realizado y que dos grupos de astrónomos disputan una carrera para llegar a una revelación sin precedentes.
Según Holland, la competencia está entre el mega proyecto Breakthrough Listen, con base en la Universidad de California, Berkeley, financiado por los magnates Mark Zuckerberg y Yuri Milner, y, del otro lado, el programa chino FAST, dueño del telescopio más grande del mundo.
El cineasta afirmó que una alta fuente de Breakthrough Listen le habría revelado que, desde hace años, astrónomos de Oxford identificaron señales de tecnología no humana captadas con el telescopio Parkes en Australia. La evidencia, de acuerdo a Holland, es tan grande que el equipo está ahora concentrado en confirmarla antes de que los científicos chinos se adelanten con sus propios datos.
En diálogo con Infobae, Holland se mostró menos enfático que en sus dichos anteriores: “Vivimos en tiempos interesantes. Breakthrough Listen, SETI, los observatorios chinos y sudamericanos y los astrónomos europeos tienen las herramientas para detectar vida en nuestro universo. Es probable que encontremos una firma tecnológica o evidencia de actividad biológica en un exoplaneta muy pronto”.
一¿Se conoce de dónde provendría esa revelación?
一Creo que es mucho mejor buscar firmas tecnológicas o biofirmas que esperar escuchar a un extraterrestre decir “hola”. Nuestro universo está lleno de vida, pero no como la conocemos. La confirmación de que los humanos no estamos solos se hará pronto. Tenemos los telescopios para detectar vida.
Los dichos de Holland apuntan, en principio, a la señal BLC-1, detectada en 2019 por el telescopio Parkes. Él asegura que la señal no se parece a ningún fenómeno natural conocido, que es una fuente única y puntual en el espacio que no responde al típico “ruido” del universo, sino a un espectro electromagnético muy estrecho, una posible firma tecnológica no humana pese a que las últimas investigaciones publicadas en 2021 desmintieron la posibilidad de que se trate de inteligencia extraterrestre.
Las expectativas por encontrar rastros de tecnología alien no son nuevas en la astronomía. La primera señal del más allá que generó conmoción ocurrió en 1967, cuando la investigadora norirlandesa Jocelyn Bell Burnell detectó LGM-1 que, si bien en principio se sospechó de su origen extraterrestre, dio lugar al descubrimiento de los púlsares, estrellas de neutrones giratorias.
El caso más emblemático es el de la famosa señal “Wow!” de 1977, que emocionó y mantuvo en vilo a la comunidad científica durante décadas. El 15 de agosto de 1977, el radiotelescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio registró una señal de origen desconocido con una intensidad sorprendentemente alta durante 72 segundos. La señal nunca volvió a captarse y hasta la fecha sigue siendo un enigma, sin una explicación natural o artificial concluyente.
A lo largo del tiempo hubo ondas de radio que no cumplieron con la expectativa inicial, pero Simon está convencido de que esta vez el caso es diferente, que la naturaleza de la señal BLC-1 sugiere una fuente de origen no terrestre y que la confirmación es inminente. “Podría ser cualquier día. El primero en reunir pruebas concluyentes ganará el reconocimiento mundial de haber demostrado que no estamos solos en el universo”, dijo.
Un manto de cautela
La estrella más cercana a la Tierra después del Sol, Próxima Centauri, ubicada a cuatro años luz en la constelación de Centaurus, capturó la atención de los astrónomos en 2019. Un radiotelescopio de 64 metros en el Observatorio Parkes, Australia, detectó una señal inusual procedente de su dirección, bautizada como BLC-1, que parecía romper con las características de las señales comunes. Sin patrones definidos ni modulaciones, la señal fue captada una única vez y su extrañeza avivó la especulación sobre la posibilidad de una “tecnofirma” extraterrestre, o indicio de tecnología creada por una inteligencia avanzada.
“El término histórico ‘búsqueda de inteligencia extraterrestre’ es un poco inapropiado, ya que en realidad no tenemos forma de detectar, o incluso definir, la inteligencia”, aclaró Andrew Siemion, director de Breakthrough Listen ante la consulta de Infobae. “Estamos avanzando hacia el uso del término ‘tecnofirma’, que definimos como un indicador de tecnología detectable a distancia. Incluso la tecnología es un poco difícil de definir en un sentido general, pero es más precisa que la inteligencia”, agregó.
El equipo que lidera es uno de los programas SETI (acrónimo de search for extra terrestrial intelligence) más relevantes a nivel mundial. Breakthrough Listen detectó la señal entre abril y mayo de 2019, pero su recepción fue anunciada casi un año y medio después. La tecnofirma se convirtió rápidamente en una de las más firmes candidatas a señal extraterrestre, pero un análisis más exhaustivo sugirió una realidad menos extraordinaria: que BLC-1 se habría originado en la Tierra.
De acuerdo con Siemion, el equipo de investigación determinó que la señal fue el resultado de una interferencia de radiofrecuencia terrestre y en 2021 publicaron los resultados. “El equipo Listen continúa observando muchas estrellas cercanas, incluida Próxima Centauri, con una variedad de instalaciones, pero no ha habido re-detecciones ni otros desarrollos con respecto a BLC-1 que alteren las conclusiones de nuestras publicaciones de 2021″, advirtió el astrofísico, bajándole el tono a la posibilidad de un anuncio cercano, tal como había asegurado el cineasta Simon Holland.
La posibilidad de interferencias terrestres es muy habitual en este tipo de investigaciones. Para los astrónomos, es muy complejo distinguir señales espaciales, que podrían provenir de una tecnología no humana de las que sí produce el ser humano. El wifi, las torres de telefonía, los GPS, las radio por satélite envían señales casi idénticas que las que buscan los programas SETI alrededor del mundo, lo que dificulta su identificación.
Aun así, BLC-1 seguía siendo un caso curioso. Steve Croft, astrónomo de la Universidad de Oxford y científico del programa Breakthrough Listen, explicó a este medio: “BLC-1 era de banda estrecha por lo que parece artificial y también tiene algunas características que son consistentes con un transmisor que está en movimiento en relación con nuestro receptor”.
Pero para los investigadores, el proceso de aislamiento de una posible tecnofirma incluye no solo una confirmación clara de su origen en el espacio, sino también la verificación con otros telescopios en distintas ubicaciones. “Si lográramos aislar una señal en el cielo y si otro telescopio confirmara que proviene de esa ubicación, sería motivo de entusiasmo. Pero BLC-1 no es eso. Vemos ‘parecidos’ a BLC-1 que vienen de diferentes direcciones y en diferentes frecuencias. Por lo tanto, concluimos que se trata de interferencia humana”, zanjó.
A la caza de señales extraterrestres
La búsqueda de señales de radio con posible origen extraterrestre no es una inquietud reciente. El interés se materializó hace más de medio siglo, cuando el astrónomo Frank Drake lanzó el Proyecto Ozma en 1960. El programa fue uno de los primeros en utilizar radiotelescopios para captar posibles transmisiones de civilizaciones inteligentes. Drake apuntó el radiotelescopio de Green Bank en Virginia Occidental hacia las estrellas Tau Ceti y Epsilon Eridani, ubicadas a 12 años luz, con la esperanza de recibir alguna señal que demostrara la existencia de vida más allá de lo conocido.
Ya en las décadas del ‘70 y ‘80, la NASA impulsó otros programas SETI con tecnologías cada vez más avanzadas para expandir el alcance de los estudios. Uno de los proyectos más famosos, SETI@Home, permitió a millones de personas colaborar con la investigación científica desde sus hogares. En 1999, utilizaba la capacidad de procesamiento de computadoras personales alrededor del mundo para analizar los datos captados por el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico. Buscaban patrones y anomalías que pudieran ser señales de origen artificial.
La idea de usar una red global de computadoras para un fin científico masivo convirtió a SETI@Home en uno de los experimentos de ciencia ciudadana más exitosos de la historia, aunque en 2020 el colapso del telescopio de Arecibo puso fin al programa tras más de 20 años de funcionamiento.
En la actualidad, varios programas de búsqueda de inteligencia extraterrestre se financian con capital privado. Uno de los ejemplos más ambiciosos es Breakthrough Listen, fundado en 2015 por el empresario israelí Yuri Milner, con el apoyo de figuras como Stephen Hawking y Mark Zuckerberg. A diferencia de los programas gubernamentales, Breakthrough Listen utiliza una red de telescopios de última generación en diferentes partes del mundo, como el Green Bank en Estados Unidos y el Parkes en Australia, para analizar datos en busca de “tecnofirmas” de civilizaciones avanzadas.
“La búsqueda de vida es ahora una prioridad cada vez mayor en la exploración espacial y la NASA forma parte de esas iniciativas. Con Breakthrough Listen y otros proyectos SETI, estamos buscando más a fondo que nunca señales no humanas”, afirmó el radioastrónomo Steve Croft.
El día a día de Breakthrough Listen, según cuenta Croft, implica un sinfín de reuniones en persona y por Zoom con la gran red de colaboradores internacionales que tiene el centro. Y, claro, el trabajo en el laboratorio: el análisis de enormes cantidades de datos de telescopios de todo el planeta, el intercambio con algunos de los mejores estudiantes investigadores del mundo y la preparación de resultados para su publicación en revistas científicas.
Croft sospecha que la primera señal no humana confirmada procederá de algún tipo de IA o máquina. La tecnología avanza tan rápido que parece probable que, con el tiempo, nuestros propios descendientes artificiales pueblen la galaxia. De hecho, ya sucede: en nuestro sistema solar, los humanos solo pusimos los pies en la Tierra y la Luna, mientras que los emisarios robóticos ya aterrizaron con éxito en Marte, Venus y Titán, y las sondas ya empiezan a explorar el espacio interestelar.
El principal desafío de su labor, de hecho, es encontrar la aguja de la firma tecnológica no humana en el pajar de señales generadas por humanos, que se acumulan de a miles y miles. “Si una señal cubre un rango estrecho de frecuencias, confirma que es artificial (en lugar de un proceso astrofísico natural como un púlsar o un cuásar), pero no nos ayuda a determinar si proviene de nuestra propia tecnología o de una extraterrestre. Para eso necesitamos confirmar que la señal proviene de una ubicación específica en el cielo, como una estrella en nuestro vecindario galáctico”.
一Como miembro de un equipo SETI, asumo que cree en la existencia de vida extraterrestre. ¿Es un debate zanjado en la comunidad científica o todavía hay escepticismo?
一No diría que “creo” en la existencia de vida extraterrestre. La suposición científica por defecto es que no existe hasta que tengamos datos que demuestren lo contrario. Dicho esto, en los últimos años hemos descubierto que tal vez una de cada cinco estrellas de nuestra galaxia alberga un planeta parecido a la Tierra, es decir, decenas de miles de millones de mundos de ese tipo solo en nuestra galaxia. Creo que la mayoría de los astrónomos están de acuerdo en que sería bastante extraño que el nuestro fuera el único con vida.
一En su opinión, ¿qué tan cerca estamos de encontrar vida extraterrestre?
一No quiero especular sobre cuándo podremos encontrar una señal real, pero diré que estamos haciendo un mejor trabajo de búsqueda que nunca antes en la historia. Con más datos, mejores algoritmos, con la ayuda de la IA y gente inteligente estamos mejor posicionados que nunca para responder a la pregunta: ¿estamos solos?
Fuente: Infobae