En la tarde del 10 de febrero de 2018, Fernanda Maciel salió de su casa en dirección a la de Felipe Rojas, un vecino con quien mantenía una amistad de más de diez años. Para ese entonces, la joven transitaba un embarazo de siete meses y anhelaba el momento en el que finalmente se convertiría en mamá.
Sus familiares y amigos, que también compartían ese sueño con ella, entraron en desesperación cuando descubrieron que la chica de 21 años había desaparecido sin dejar rastro. Rápidamente, la comuna chilena de Conchalí, en la Región Metropolitana, se puso a disposición para difundir su búsqueda.
Durante más de un año, varias personas dijeron que la habían visto en distintos lugares, como el aeropuerto de Santiago o en Bariloche, y supuestos “videntes” afirmaron que estaba viva. Sin embargo, la incansable investigación llegó a su fin luego de que la exnovia de Rojas denunciara que él la había matado.
La desaparición
Fernanda Maciel Correa nació el 9 de mayo de 1996 en Santiago de Chile y creció junto a su madre y su hermana en un contexto económico complejo. Desde chica, tuvo problemas de conducta en la escuela y, ya más adentrada en la adolescencia, solía escaparse de su casa sin avisar a dónde iba, algo que mantenía preocupada a su familia.
Cuando cumplió los 20, la joven comenzó a trabajar como camarera en un restaurante del Aeropuerto Internacional de Santiago, y casi al mismo tiempo, conoció a Luis Petersen, un chico con el que iniciaría una relación. Poco tiempo después, Maciel descubrió que estaba embarazada de una nena a quien quería llamar Josefa.
Fernanda continuó viviendo en la casa de su madre, Paola Correa, aunque mantenían varias discusiones ya que la joven solía salir sin avisar a dónde iba. Eso mismo fue lo que pasó la tarde del sábado 10 de febrero de 2018, la última vez que la mujer vio a su hija con vida.
Ese día, la chica salió con un vestido color gris, zapatillas blancas y sólo llevaba su celular. No fue hasta el día siguiente que su familia se alertó por su ausencia y no lograron ubicarla por ningún lado.
Inmediatamente, su madre y su novio hicieron la denuncia por desaparición a la Policía de Conchalí y se inició una búsqueda con varias hipótesis: desde la teoría de un supuesto suicidio o una muerte accidental, hasta que se había escapado con un amante.
Entre ellas, también se pensaba que el crimen había sido cometido por la pareja de Maciel, Petersen, ya que una vez que el caso llegó a los medios, se comenzó a hablar de los conflictos que tenían. En noviembre de ese mismo año, los Carabineros y la Fiscalía allanaron la casa del chico, pero no encontraron nada.
También se investigó a un taxista que había llevado a Fernanda a una consulta ginecológica el día de su desaparición, pero los agentes terminaron descartando esta línea de investigación por falta de pruebas.
Durante la búsqueda, varios testigos dijeron haber visto a la joven en Argentina, específicamente en Bariloche, lugar a donde la familia viajó para seguir de cerca el operativo. Pero tampoco encontraron ninguna pista orientadora.
La bodega
La búsqueda de Fernanda Maciel mantuvo en vilo a Chile, al punto de que hasta supuestos “videntes” decían recibir señales de que la joven de 21 años estaba con vida junto a su hija. Sin embargo, después de un año, la chica seguía sin aparecer.
Una de las pocas pistas que logró encontrar la Policía de Investigaciones (PDI) fue una grabación de las cámaras de seguridad en la que se veía a Fernanda caminando en dirección a una bodega a pocos metros de su casa. Ese galpón era el lugar de trabajo y hogar de Felipe Rojas Lobos, quien era el vecino y amigo de Maciel. Posteriormente, se supo que ambos habían forjado una amistad diez años, cuando ella se mudó a Conchalí.
Tras el peritaje al celular de Rojas, se descubrió que esa misma tarde él había invitado a Fernanda a fumar marihuana, pero al ser consultado, dijo que ella no había aceptado su invitación y que no habían llegado a encontrarse. A pesar de ello, la Policía llevó a cabo cinco allanamientos en la bodega donde trabajaba, pero no encontraron nada en ninguna de las ocasiones.
Hasta ese momento, la familia de Fernanda se presentaba en los medios de comunicación y las redes sociales para que la búsqueda continuara. En mayo de 2019, la madre de la joven embarazada salió a pedir a los investigadores que revisaran una vez más la bodega de Rojas, ya que una cámara de seguridad había captado a un hombre cargando bolsas de cemento en la misma dirección.
No fue hasta el mes siguiente cuando una misteriosa mujer alertó a las autoridades del paradero de Fernanda Maciel. Esta persona era la exnovia de Felipe Rojas y afirmaba que él le había confesado el asesinato cuando se cumplió un año del crimen, es decir en febrero de 2019.
“Se puso a llorar, me dijo que Fernanda se había resbalado, se había pegado en una punta. ‘No sé si en una silla o una mesa. Empezó a convulsionar, cuando la traté de levantar se orinó y se fue’. Dijo que estaba muy volado y tomó malas decisiones. La envolvió con una telas e hizo un hoyo. Ahí se destrozó las manos y en ese momento procedió al entierro”, relató la expareja del femicida.
Fue así cómo, el 24 de junio de 2019, la Policía encontró el cuerpo de la joven de 21 años que desapareció mientras llevaba un embarazo de 7 meses. Por 500 días, estuvo enterrada en la bodega de Rojas, bajo restos de cal y cemento, a menos de 40 metros de dónde la víctima vivía junto a su mamá.
Tras su detención, Rojas mantuvo la misma declaración que había dado su expareja, pero en diciembre de 2020, cambió su versión de los hechos y admitió haber abusado sexualmente de ella y asesinado.
“No sé qué me pasó en ese momento. Tengo el vago recuerdo de que tomé a Fernanda por el cuello”, dijo el homicida confeso a los investigadores. Luego, detalló una secuencia en la que ambos se habrían “enredado” y caído al piso, momento en el cual comenzó a abusar de ella. Después de matarla, puso su cuerpo en un saco y lo tiró en un pozo que cavó en su patio. Para ocultar el crimen, lo rellenó con cal y cemento.
A fines de abril del año pasado, el Séptimo Tribunal Oral de Santiago declaró culpable a Felipe Rojas por los delitos de violación con homicidio y aborto no consentido en contra de Fernanda Maciel, y lo sentenció a cadena perpetua.
“El imputado violó, mató y enterró a pocos metros de su casa a su amiga, vecina, con quien a diario conversaba y compartía”, expresaron los jueces en el fallo. Y concluyeron: “El actuar traicionero del acusado conlleva un reproche grave, pues no solo defraudó la expectativa y confianza que la víctima depositaba en él, sino que esa confianza se sostenía en 10 años de amistad y vecindad”.
Fuente: TN