El crimen de Mary McLaughlin es un caso que, durante décadas, permaneció en la oscuridad, atormentando a su familia y desconcertando a los investigadores. El asesino, conocido como “el monstruo de Glasgow”, se refugió en un escondite perfecto y el hecho tardó 35 años en resolverse.
Para quiénes se preguntan cómo fue el crimen de Mary McLaughlin hay que remontarse a la noche del 26 de septiembre de 1984, cuando la mujer, de 58 años, separada y madre de 11 hijos ya grandes, se encontró con sus amigas para la clásica reunión de los miércoles, en la que jugaban al dominó en un pub de Glasgow, Escocia, cerca de su casa.
Esa vez, Mary fue acompañada de una de sus hijas, Catherine, pero al regreso se separaron. La joven tomó un autobús y su madre emprendió el regreso caminando, “para tomar aire”. En el camino hizo una parada para comprar cigarrillos en un negocio y más tarde se cruzó con un muchacho de 22 años que empezó a seducirla.
Este joven era Graham McGill, que se encontraba preso por violación desde hacía tres años y gozaba de salidas por buena conducta. Mary lo invitó a su casa y allí ocurrió el espantoso crimen. El hombre inició un ataque sexual y terminó estrangulándola con el cinturón de una bata.
Finalmente, el asesino cerró la puerta con las llaves de Mary y se fue de la casa en plena madrugada, sin ser visto por nadie. De inmediato se dirigió a la cárcel, que terminó siendo su mejor escondite para evadir la mirada de los investigadores.
En una época en la que no existían los celulares y las comunicaciones no eran tan fluidas como ahora, la familia de Mary empezó a preocuparse por no tener noticias de ella recién un par de días después. Fue entonces que el ex marido y uno de sus hijos entraron al domicilio y se encontraron con el cadáver de la mujer.
Desde el principio, la policía se enfrentó a un desafío enorme porque las pistas eran escasas y las pruebas insuficientes para identificar al culpable. Con el paso del tiempo, el caso se enfrió, y aunque nunca fue olvidado, las esperanzas de resolverlo fueron disminuyendo.
Los avances tecnológicos que permitieron dilucidar el caso 35 años después
En los años posteriores al asesinato de Mary, los avances en la tecnología forense comenzaron a ofrecer nuevas oportunidades para resolver crímenes antiguos. El desarrollo del análisis de ADN, en particular, se convirtió en una herramienta crucial para los investigadores. En el caso de Mary, las muestras recolectadas en la escena del crimen se almacenaron en espera de avances que permitieran su análisis.
En 2019, 35 años después del crimen, la policía de Escocia decidió reabrir el caso de Mary como parte de un esfuerzo más amplio para revisar casos sin resolver utilizando técnicas modernas. Las muestras de ADN recolectadas en 1984 fueron sometidas a análisis con tecnología de última generación.
El análisis de ADN reveló una coincidencia sorprendente. Las pruebas identificaron a Graham McGill como el culpable. No solo se encontró su rastro genético en la escena del crimen, sino que las investigaciones adicionales también revelaron que había estado en la misma área y en el mismo período de tiempo en que Mary fue asesinada.
En diciembre de 2020, Graham McGill fue arrestado y acusado del asesinato de la mujer. Durante el juicio, la fiscalía presentó pruebas contundentes basadas en el análisis de ADN y en el contexto de la vida y movimientos de McGill en 1984. La defensa intentó cuestionar la validez de las pruebas de ADN y la memoria de los testigos después de tantos años, pero el peso de la evidencia fue abrumador.
En abril de 2021, Graham McGill fue declarado culpable del asesinato y sentenciado a cadena perpetua. Para la familia de Mary, la condena de McGill fue un alivio largamente esperado. Aunque nada podía devolverles a su ser querido, la justicia finalmente había prevalecido.
Fuente: TN