A medida que los días se alargan y el calor comienza a sentirse con más intensidad, la exposición al sol se convierte en un tema central. El aumento de las temperaturas y la radiación ultravioleta traen consigo riesgos que podemos prevenir si tomamos las medidas adecuadas.
Para muchos, la llegada del verano simboliza un cambio en la rutina. Las tardes se llenan de actividades al aire libre y las prendas ligeras se convierten en protagonistas. Sin embargo, al exponernos al sol sin protección o de manera excesiva, podemos causar daños irreversibles a nuestra piel. Las quemaduras solares, la deshidratación y, a largo plazo, el envejecimiento prematuro o incluso el cáncer de piel, son solo algunos de los riesgos que enfrentamos en esta temporada.
El impacto del sol en nuestra piel
El sol, a pesar de ser fuente de vida y energía, también es uno de los principales causantes del envejecimiento cutáneo. Las radiaciones ultravioletas (UV) penetran en la piel y generan una serie de cambios en sus capas internas, promoviendo la aparición de arrugas, manchas y una pérdida progresiva de elasticidad. “La exposición constante y sin protección al sol es uno de los factores que más acelera el envejecimiento de la piel”, indican especialistas del Instituto Nacional del Cáncer. Esta institución advierte que incluso en días nublados, las radiaciones UV pueden estar presentes.
De hecho, una de las principales preocupaciones es el aumento de la radiación UV en estos meses, cuando la cercanía del verano intensifica los rayos solares. No se trata solo de evitar las quemaduras solares, sino de pensar a largo plazo en el bienestar de nuestra piel. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recalca que el daño solar se acumula con el tiempo, siendo necesario protegerse desde edades tempranas.
Cinco cambios en la rutina de cuidado de la piel
En esta época, es esencial modificar ciertos hábitos de cuidado. Mientras que en invierno la hidratación era la prioridad debido a las bajas temperaturas, ahora debemos enfocarnos en la protección solar y la prevención de la sequedad por la exposición prolongada al calor. Aquí algunos puntos clave a considerar:
- Aplicar protector solar de amplio espectro (mínimo SPF 30) cada dos horas, incluso en días nublados.
- Elegir productos resistentes al agua si se va a estar en la piscina o playa.
- Evitar la exposición directa al sol entre las 10.00 y las 16.00, cuando los rayos UV son más fuertes.
- Mantenerse hidratado bebiendo agua constantemente para evitar la sequedad de la piel.
- Usar sombreros, anteojos de sol y ropa liviana pero protectora.
El protector solar es, sin duda, uno de los productos más indispensables para esta temporada. Elegir un protector adecuado es crucial. Existen fórmulas específicas para cada tipo de piel, desde las más sensibles hasta las grasas o con tendencia al acné. Según un estudio publicado en la revista Dermatologic Therapy, el uso de protectores con filtros físicos, como el óxido de zinc, es ideal para pieles sensibles, mientras que los filtros químicos son más adecuados para quienes buscan una textura más ligera y menos visible.
Además, es importante recordar que el protector solar debe aplicarse de manera generosa y uniforme en todas las áreas expuestas al sol. Esto incluye no solo el rostro, sino también las orejas, el cuello, los brazos, las manos e incluso el cuero cabelludo si hay poco cabello o está expuesto.
¿Y si ya sufrí quemaduras solares?
A pesar de los esfuerzos por protegernos, a veces es inevitable sufrir alguna quemadura solar leve. En estos casos, es fundamental seguir una serie de pasos para minimizar el daño. Según la Clínica Mayo, es recomendable:
- Aplicar cremas o lociones con aloe vera para calmar la piel.
- Evitar la exposición solar hasta que la piel se recupere por completo.
- Mantener la piel hidratada y beber abundante agua.
- Evitar el uso de productos que contengan alcohol, ya que pueden resecar aún más la piel.
Los efectos del daño solar no siempre se ven de inmediato, pero la acumulación de radiación UV a lo largo de los años puede tener graves consecuencias. “El cuidado de la piel es una inversión a largo plazo”, señalan desde la Fundación del Cáncer de Piel, destacando que, aunque el daño solar no siempre es visible, es acumulativo.
Fuente: TN