A nivel global, cerca de uno de cada cuatro mil niños tiene talla baja como consecuencia de una deficiencia en la hormona de crecimiento. Se trata de la hormona somatropina, que se produce en la glándula hipófisis -o pituitaria, ubicada en la base del cráneo-, y que en algunos casos, es secretada de manera insuficiente.
Las causas pueden ser idiopáticas (sin causa) o deberse a alteraciones genéticas, tumores, infecciones o traumatismos, que generan lesiones en el sistema nervioso central.
Los niños con deficiencia de hormona de crecimiento crecen menos o lo hacen a menor velocidad que sus pares, pero las consecuencias del déficit de somatropina van mucho más allá de una baja talla, de allí la importancia de diagnosticar a tiempo esta condición para que el menor pueda acceder cuanto antes al tratamiento.
Hasta el momento, el tratamiento para esta deficiencia, disponible hace casi 40 años, es la aplicación diaria de una hormona de crecimiento recombinante, por vía inyectable. Fue el que usó el capitán de la selección argentina, Lionel Messi, diagnosticado con esta enfermedad a los diez años.
Pero más allá de lo molesto que puede resultar para un niño tener que recibir a diario una inyección, sumado a que según la edad en que se diagnostica esta enfermedad el tratamiento puede durar hasta diez años, la frecuente baja adherencia y el impacto emocional que este abordaje genera llevaron a la ciencia a buscar alternativas superadoras.
Así es que luego de su aprobación en países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón, así como también en los estados miembros de la Unión Europea, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) dio el visto bueno para el uso en Argentina de somatrogon, una nueva opción terapéutica para niños y adolescentes a partir de los tres años, de aplicación semanal.
¿En qué radica la novedad de la nueva droga?
Durante la presentación del laboratorio Pfizer, de la que Infobae fue parte, especialistas destacaron que “la seguridad y eficacia de somatrogon en el tratamiento de niños y adolescentes con deficiencia de la hormona de crecimiento fueron evaluadas en dos estudios clínicos aleatorizados y multicéntricos”.
Según explicaron, ambos estudios demostraron que somatrogon administrado una vez a la semana fue no inferior a la somatotropina administrada diariamente en términos de velocidad de crecimiento anualizada tras 12 meses de tratamiento.
La médica endocrinóloga pediatra y jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Nacional de Pediatría “Juan P. Garrahan”, Marta Ciaccio (MN 67.484) explicó a este medio que “se trata de una molécula de hormona de crecimiento, a la cual se le han unido tres copias del péptido C-terminal (CTP) derivado de la hormona gonadotrofina coriónica humana realizada por tecnología de ADN recombinante”.
“Los CTP prolongan la vida media del somatrogon, permitiendo una dosificación semanal en lugar de diaria, que es lo habitual con las hormonas de crecimiento -ahondó la especialista-. El mecanismo de acción es similar a las hormonas de crecimiento de aplicación diaria, ya que somatrogon se une al mismo receptor de hormona de crecimiento y desencadena la acción”.
La vida media del somatrogon es de 24 horas y persiste su acción por siete días.
Y tras destacar que “ya hay datos a cinco años que muestran una recuperación de talla sostenida”, Ciaccio enfatizó que el perfil de seguridad de la nueva terapia, “es similar a la hormona de crecimiento diaria, sin agregar nuevos efectos adversos”.
A su turno, la médica endocrinóloga infantil y jefa de Endocrinología del Hospital de Niños “Sor María Ludovica” de La Plata, Analía Morín (MP 110.414) señaló que “al ser una hormona de larga acción, el nuevo tratamiento permite una sola aplicación semanal, pasando aproximadamente de unas 365 a 52 aplicaciones por año”.
Una de las claves del tratamiento de deficiencia de la hormona de crecimiento es el cumplimiento del esquema indicado por el especialista. “La buena adherencia es uno de los pilares para lograr los mejores resultados -sostuvo Morín-. Entendemos por adherencia terapéutica el grado en que el cumplimiento del paciente con respecto al uso de una medicación coincide con las recomendaciones acordadas por el médico”.
Así, para ella, más allá de las especificaciones técnicas, ”la novedad de este nuevo tratamiento radica en el menor número de aplicaciones, con una eficacia similar en cuanto a la mejoría de la velocidad de crecimiento y la talla”. “Se espera que la disminución de la carga del tratamiento que implican las aplicaciones diarias de hormona de crecimiento, pueda mejorar el cumplimiento, es decir la adherencia al tratamiento, y por lo tanto maximizar los resultados clínicos”.
Durante la presentación, Morín mencionó una encuesta llevada a cabo en Nueva Zelanda, que durante cuatro meses estudió a niños y adolescentes tratados con hormona de crecimiento diaria según la que el 66% que omitió más de una dosis por semana tuvo una reducción de velocidad de crecimiento significativa. Y el efecto de la droga era menor, a más omisiones por semana. “Claramente se vio que los chicos que se aplican la medicación todos los días, u omiten una sola por semana tienen mejor velocidad de crecimiento que los que omiten entre una y tres; y la menor velocidad de crecimiento se vio en los que tenían muy baja adherencia y omitían tres o más inyecciones semanales”, detalló.
De allí que si bien el tratamiento con hormona de crecimiento es efectivo para mejorar la talla, “no todos los niños alcanzan todo el potencial genético que tienen y esto en muchos casos tiene que ver con que no cumplen adecuadamente con el tratamiento”, insistió Morín, esperanzada con que la nueva droga logre sortear ese obstáculo.
A lo que Ciaccio sumó: “Un estudio de Fase III de carga de tratamiento cruzado, mostró que somatrogon disminuyó la interferencia con la vida en general respecto a la hormona de crecimiento diaria y mejoró la experiencia del tratamiento. El tratamiento con somatrogon se asoció con una menor frecuencia de dosis omitidas que la hormona diaria y una mayor proporción de pacientes/cuidadores la prefirió”.
La importancia del diagnóstico temprano
El crecimiento normal es el mejor indicador de buena salud de un niño sano. Así, algunas primeras señales que podrían observar los padres es que su hijo no cambia de talle de ropa o calzado o es más bajo que sus hermanos menores. Sin embargo, más allá de lo atentos que siempre estén los responsables del niño en casa, “es importante que en la consulta pediátrica se analicen las curvas de crecimiento”, destacó Morín.
Según explicó, “el crecimiento normal es el que transcurre paralelo a las curvas normales de crecimiento; si el niño se desvía de este crecimiento debe ser estudiado para descartar patologías que afectan el desarrollo”. Por desvío de las curvas la especialista entendió que el niño cruza los percentilos hacia abajo o que tiene baja talla (por debajo de las curvas normales para su edad o sexo) o que crece con baja velocidad de crecimiento expresada como la cantidad de centimetros por año que debe crecer un niño normalmente.
“Es importante que los pediatras sean proactivos en medir regularmente a los niños y generar los datos en las curvas de crecimiento, ya que son una herramienta muy útil para evaluar si un niño está creciendo adecuadamente, más allá de su estatura en un momento dado. Mantener un seguimiento atento de la altura de los chicos es crucial, ya que un niño que crece bien es un niño sano”, agregó Ciaccio.
El diagnóstico de la deficiencia de hormona de crecimiento es complejo y debe ser realizado por un endocrinólogo infantil, quien deberá observar el desarrollo del menor por al menos seis meses para constatar que se desvía del crecimiento normal, guiado por las curvas de crecimiento.
Así, si el especialista determina en la observación clínica que el crecimiento -y la velocidad con que éste ocurre- no se condicen con la cantidad de centímetros por año que debe crecer un niño normalmente, “solicitará una radiografía de mano y muñeca izquierda para evaluar los cartílagos de crecimiento y determinar la edad ósea”.
Además, “se requieren estudios de laboratorio para descartar otras causas de retraso de crecimiento”, precisó Morín, quien aclaró que “el diagnóstico de deficiencia de hormona de crecimiento se confirma con la realización de pruebas de estímulo para evaluar la secreción de hormona de crecimiento por la glándula hipófisis”.
Una vez confirmado se le solicitará al paciente una resonancia nuclear magnética cerebral a fin de descartar alteraciones o lesiones a nivel de la hipófisis y/o del sistema nervioso.
Si bien el signo más evidente de deficiencia de hormona de crecimiento es la baja talla, Morín subrayó que la hormona somatropina “ejerce efectos no sólo sobre el crecimiento sino que influye en el metabolismo en general y en la regulación de la glucosa, los huesos y el tejido óseo en particular”. De allí que “la deficiencia de hormona de crecimiento ocasiona alteraciones metabólicas como aumento de la grasa troncular y menor fuerza muscular”.
Pero el impacto no se limita a las alteraciones físicas, sino que los niños que padecen esta enfermedad, “tienen una carga psicológica y emocional como consecuencia de la talla baja; pueden verse afectados porque se los considera como niños de menor edad, o bien sufrir depresión o aislamiento social”.
Si la patología no es tratada, según la especialista del “Sor Maria Ludovica”, “el niño presenta talla baja durante la infancia y una talla adulta inferior a la que le corresponde genéticamente. Además, puede tener alteraciones metabólicas, aumento de la grasa troncular, disminución del tono y de la fuerza muscular”.
“Resulta importante entonces iniciar el tratamiento lo más temprano posible en la infancia a fin de disminuir el impacto físico y emocional ocasionado por la talla baja”, insistió.
Por último, como se dijo, el nuevo tratamiento de aplicación semanal “se cree que va a mejorar la adherencia de los pacientes”. Sin embargo, no hay aún estudios en ese sentido. “A partir de su uso a nivel masivo, nuevos trabajos recolectarán información en tiempo real de los niños que reciban el tratamiento ya no en el marco de un ensayo -consideró Ciaccio-. Y si mejora la adherencia, mejorará la talla adulta final”.
A lo que Morín concluyó: “Además de la aplicación una vez por semana, si un paciente olvida aplicarse la inyección de somatrogon, tiene hasta tres días para hacerlo. La flexibilidad de horario (la inyección diaria debe aplicarse por la noche) y día de aplicación de este tratamiento podría facilitar la adherencia y continuidad del mismo, un aspecto importante para maximizar los resultados”.
Fuente: Infobae