(Enviado especial a Río de Janeiro, Brasil) Javier Milei culmina hoy su participación en el G20 de Brasil con una apretada agenda que incluye al líder comunista chino Xi Jinping, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, y el primer ministro de la India, Narendra Modi.
Las tres entrevistas responden a distintos objetivos políticos de Milei, pero todas confluyen en un mismo punto del poder global: Argentina necesita inversiones externas para crecer, desembolsos para fortalecer las reservas del Banco Central y un mercado gigantesco para multiplicar las exportaciones.
Durante la campaña presidencial, Milei atacó a China y su influencia regional. Sin embargo, a poco de asumir en Balcarce 50, Milei reformuló su lectura ideológica y elogió en público a la economía controlada desde Beijing.
Desde ese momento, China se concentró en la Argentina y espera que la cercanía con Milei implique activar proyectos de infraestructura que responden a su propia lógica de poder.
Los burócratas chinos ya fracasaron con Mauricio Macri y Alberto Fernández, que prometieron desde ferrocarriles a centrales nucleares, y ahora apuestan al presidente Milei y su capacidad disruptiva para encarrilar iniciativas que hace tiempo fueron olvidadas.
Milei quiere mantener el swap chino depositado en el Banco Central, y Xi Jinping pretende relanzar la construcción de las represas en el sur y las centrales nucleares en Buenos Aires.
La cita es con agenda abierta, y a Milei le alcanza que Xi sonría y mantenga la vigencia del swap en el Banco Central.
Cuando concluya su reunión con Xi, el presidente se encontrará con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo. Argentina termina su plan de Facilidades Extendidas a fin de año, y dilata la negociación para cerrar un nuevo programa frente a una exigencia puntual del FMI: si levanta el cepo financiero, podría haber un desembolso extra que fortalezca las reservas del Banco Central.
Luis Caputo rechazó esa exigencia y todo había quedado postergado hacia adelante, pero el triunfo de Donald Trump aceleró los tiempos que había calculado el ministro de Economía. Desde esta perspectiva, Milei hará pesar ante Georgieva sus vínculos personales con el presidente electo de los Estados Unidos.
“Kristalina va a tener que romper el chanchito”, explicó a Infobae un miembro del gabinete que conoce la relación de amistad que ató Milei con Trump.
Argentina y el FMI tienen apenas 32 días para negociar un nuevo programa, y después Washington se paraliza cuando llega la Navidad al pueblo. Milei no tiene apuro -se resiste a devaluar- y jugará la Carta Trump acorde a sus necesidades financieras.
El mandatario argentino hoy sólo quiere dar una señal a Georgieva, y después aguardará que el presidente electo de Estados Unidos jure en enero de 2025. Milei se fue de Mar-a-Lago con una certeza a prueba de maleficios: Trump lo ayudará a gobernar, y el FMI tendrá un papel clave en la resolución de sus debilidades económicas.
Antes de regresar a Buenos Aires, el presidente tendrá un cónclave con Narendra Modi, que gobierna a la India. Modi está formado en el Reino Unido y diseñó una estrategia diplomática que le permite actuar como un fixer ante un mundo que se mueve en bloques con intereses diferentes.
La India tiene la bomba atómica, es la quinta economía mundial, y propone un método de negociación en política exterior que le permitió tener juego propio ante Estados Unidos, China y la Unión Europea. Ahora, Modi apuntó sus intereses sobre América Latina, y eso explica la reunión exploratoria con Milei y el canciller Gerardo Werthein.
Tras la cita con Modi, Milei participará de la segunda jornada del G20 de Brasil, y después partirá hacia el aeropuerto de Río de Janeiro con el objetivo de regresar a Buenos Aires. Allí, antes que concluya el fin de semana, el mandatario argentino se reunirá con Giorgia Meloni, primera ministra de Italia.
Fuente: Infobae