Al pensar en el ejercicio y el estado físico, probablemente lo primero que viene a la mente sean los músculos. Flexionar bíceps, desarrollar un abdomen marcado o ganar fuerza en las piernas son objetivos comunes. Pero, detrás de cada movimiento poderoso que realiza el cuerpo, hay un actor invisible que rara vez recibe atención: los tejidos conectivos. Los ligamentos, tendones y articulaciones son esenciales para cualquier tipo de actividad física, desde levantar pesas hasta correr una maratón o mantener una postura de yoga.
“Los ligamentos y tendones son tipos de tejido conectivo que desempeñan roles esenciales en el soporte, la conexión y el anclaje de las estructuras del cuerpo”, explica Kai-Yu Ho, profesor asociado de ciencias integradas de la salud en la Universidad de Nevada, Las Vegas. Sin embargo, no suelen recibir el mismo cuidado que los músculos, lo que los hace susceptibles a lesiones como la tendinitis, desgarros o problemas articulares. Según una investigación publicada en 2023, cerca del 25 % de los adultos experimentan problemas en estas áreas en algún momento de su vida, con un riesgo aún mayor a medida que envejecemos.
¿Por qué deberíamos prestar más atención a estos tejidos conectivos? La respuesta está en su papel fundamental para la movilidad y su adaptación única al estrés físico. Aprender a cuidar y fortalecer estas estructuras puede ser la clave para evitar lesiones, mejorar el rendimiento físico y mantenernos activos durante más tiempo.
Los tejidos conectivos: la base del movimiento
Los tendones y ligamentos tienen funciones específicas en el cuerpo que los diferencian entre sí. Los ligamentos son fibras que conectan hueso con hueso en las articulaciones, como el ligamento cruzado anterior (ACL) en la rodilla. Según el profesor Ho, su principal función es proporcionar estabilidad y evitar movimientos excesivos en las articulaciones. Por otro lado, los tendones conectan los músculos con los huesos, transmitiendo la fuerza necesaria para generar movimiento. Un ejemplo destacado es el tendón de Aquiles, que une los músculos de la pantorrilla con el talón.
A diferencia de los músculos, los tejidos conectivos tienen una capacidad limitada para recuperarse rápidamente debido a su baja vascularización, es decir, su reducido suministro de sangre. Esto hace que, aunque puedan adaptarse al estrés físico, lo hagan de manera más lenta. John Hinson, cirujano ortopédico en el Palm Beach Orthopaedic Institute, advierte: “Presionar demasiado rápido o aumentar la carga de entrenamiento abruptamente puede sobrecargar estos tejidos, llevando a lesiones que tienen un alto riesgo de recurrencia”.
Adaptación al entrenamiento: un proceso lento pero esencial
Los tendones y ligamentos no se fortalecen de la misma manera que los músculos. Mientras que estos últimos crecen gracias a una combinación de estrés mecánico y un rico suministro de sangre, los tendones y ligamentos se adaptan volviéndose más densos y resistentes con el tiempo. Según Ho, el entrenamiento de resistencia puede aumentar el contenido de colágeno y mejorar la organización celular en los tendones, reduciendo el dolor y mejorando su resiliencia.
Sin embargo, esta adaptación requiere paciencia y un enfoque progresivo. “Es fundamental avanzar gradualmente en los programas de entrenamiento”, enfatiza Hinson. “Mucha gente se entusiasma con una nueva actividad física y se lanza de lleno, pero eso puede ser contraproducente para los tejidos conectivos”. Este tipo de lesión por sobreuso es particularmente común en deportes como el running o actividades repetitivas.
Ejercicios que fortalecen las articulaciones y los tendones
No todos los ejercicios son igualmente beneficiosos para los tejidos conectivos. Las investigaciones apuntan a los ejercicios excéntricos e isométricos como dos de las estrategias más eficaces. Los movimientos excéntricos, como descender lentamente en una sentadilla o bajar un peso con control, alargan el músculo bajo tensión y ayudan a fortalecer los tendones. Por su parte, los ejercicios isométricos, como las planchas o mantener una posición en zancada, trabajan tanto los músculos como la alineación de las articulaciones.
Jessica Wulke, fisioterapeuta deportiva, recomienda incorporar estos ejercicios en los programas de entrenamiento. “No hace falta dedicar días completos al trabajo de articulaciones. Podés añadir algunas series de ejercicios isométricos como parte de la entrada en calor o al finalizar la sesión de fuerza”, sugiere.
Además, incluir actividades de bajo impacto como caminar, hacer yoga o practicar pilates también contribuye a mejorar la salud de los tendones y articulaciones. Según Hinson, estas actividades ayudan a mantener la flexibilidad y fortalecen las estructuras que sostienen las articulaciones, reduciendo significativamente el riesgo de lesiones.
El enfoque preventivo es esencial cuando se trata de los tejidos conectivos. La introducción progresiva de cargas, combinada con una buena técnica de ejecución en los ejercicios, puede marcar la diferencia entre mantenerte activo y sufrir una lesión. “Cuidar de las estructuras que fortalecen y hacen más flexibles las articulaciones realmente evitará visitas innecesarias al consultorio médico”, concluye Hinson.
Al final del día, prestar atención a los ligamentos, tendones y articulaciones no sólo te ayudará a mantener un rendimiento óptimo, sino que también te permitirá disfrutar de una vida activa y sin dolor durante más tiempo. Si bien estos tejidos no son los protagonistas visibles del estado físico, su papel detrás de escena es fundamental para sostener el espectáculo de la movilidad humana.
Fuente: Infobae