Puede parecer una acción inofensiva, pero tirar aceite usado por el desagüe tiene graves consecuencias para el medio ambiente. Aunque la sociedad comenzó a adoptar hábitos más sostenibles, como el uso de bolsas reutilizables o la reducción del consumo de carne, el manejo inadecuado del aceite de cocina sigue siendo un problema invisible para muchos.
Por ejemplo, según el Ministerio para la Transición Ecológica, en España se consumen unas 850.000 toneladas de aceite cada año, y de ellas se generan aproximadamente 150 millones de litros de aceite vegetal usado. Lo que muchos no saben es que este residuo, si se desecha por la cañería, puede causar grandes daños a nuestros ríos, aguas subterráneas y sistemas de saneamiento.
El impacto de un litro de aceite en el agua
El efecto contaminante del aceite usado es alarmante: un solo litro de aceite tiene la capacidad de contaminar un millón de litros de agua, como advierte el Ministerio de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido (DEFRA). Este problema no solo afecta la calidad del agua, sino que también genera obstrucciones en las tuberías y sistemas de saneamiento. Incluso pequeñas cantidades de aceite, como las que quedan en una sartén después de cocinar, pueden contribuir a la acumulación de residuos y aumentar los costos de depuración de aguas residuales.
El daño ecológico va acompañado de costos económicos importantes. Según la Fundación Aquae, el costo de eliminar el aceite vertido en los desagües es 700 veces mayor que lo que paga un ciudadano por el tratamiento de sus aguas residuales. Además, el aceite es altamente contaminante debido a su contenido orgánico, que tiene una carga contaminante 5.000 veces mayor que el agua residual común. Sin embargo, si este aceite se recicla, tiene un enorme potencial de transformación: por cada kilogramo de aceite recuperado, se puede producir entre 0,93 y 0,98 kg de biodiésel, lo que reduce el consumo de combustibles fósiles.
Un claro ejemplo de los peligros de desechar aceite por el desagüe es lo que sucedió en Whitechapel, al este de Londres, donde una bola monstruosa de residuos conocida como “fatberg” obstruyó las cloacas. Este bloque de suciedad, que medía 250 metros de largo, estaba compuesto de toallitas húmedas, compresas, pañales, grasa y aceite. La obstrucción fue tan grave que los trabajadores tuvieron que utilizar mangueras de alta presión para romperla antes de retirarla.
Para evitar consecuencias desastrosas como el fatberg, algunos gobiernos lanzaron campañas de concientización. Un ejemplo es la iniciativa británica “Love Water”, que busca involucrar a la población en la protección de los recursos hídricos. Esta campaña, respaldada por más de 40 organizaciones ambientales, benéficas y reguladoras, ofrece consejos prácticos sobre cómo manejar el aceite usado. Entre sus recomendaciones, se sugiere dejar enfriar el aceite después de freír, permitir que se solidifique y luego rascar los restos en la basura en lugar de verterlos por la cañería.
Reciclar aceite usado es un proceso sencillo si se cuenta con los medios adecuados. El primer paso es guardar el aceite en un recipiente, como una garrafa de plástico vacía, y llevarlo a puntos limpios designados.
Algunos emprendedores fueron más allá, creando soluciones innovadoras para dar una nueva vida al aceite usado. Un ejemplo es Sergio Fernández, un ingeniero medioambiental que desarrolló SOUJI, un producto que transforma el aceite vegetal usado en jabón o detergente líquido en tan solo un minuto. Este proyecto, que contó con el apoyo de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, surgió de la necesidad de crear una alternativa simple y efectiva para el reciclaje del aceite. Fernández, junto a su socia Catalina Trujillo, trabajó durante más de tres años en esta solución que no solo facilita el reciclaje, sino que también promueve una economía circular.
Además de soluciones innovadoras, existen formas tradicionales y caseras de reutilizar el aceite. Muchas personas optan por fabricar sus propios jabones a partir de recetas que se encuentran en internet. También se pueden hacer velas aromatizadas con diferentes fragancias, una alternativa creativa que permite aprovechar este residuo en lugar de desecharlo.
Fuente: Infobae