De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un mundo hay más de 18 millones de personas padecen artritis reumatoide (AR), una enfermedad crónica y debilitante que afecta, principalmente, a mujeres mayores de 55 años, y no se limita al dolor o la rigidez articular. Con frecuencia, esta patología deriva en discapacidades permanentes y problemas de salud que comprometen órganos vitales. Sin embargo, una reciente investigación sugiere que la dieta podría ser determinante en el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Alimentos como pescados grasos, cereales y frutas parecen tener un efecto protector, mientras que el consumo excesivo de té y café se vincularía con un ligero incremento.
La investigación, realizada por investigadores de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, es un análisis exhaustivo que examina datos de 30 estudios prospectivos realizados entre 2000 y 2024. Estos trabajos incluyen información sobre 2.986.747 personas y documentan 9.677 casos de artritis reumatoide, según consta en el documento publicado en la revista Nutrients.
Según Yuanyuan Dong, autora principal del estudio y especialista en Ciencias de la Alimentación y Nutrición, “este trabajo proporciona una comprensión más profunda de cómo la dieta puede influir en el riesgo de artritis reumatoide”. Asimismo, de acuerdo al comunicado de prensa emitido por la Universidad de Leeds, “la enfermedad está impulsada por factores genéticos y ambientales”, siendo que la “investigación busca esclarecer si los alimentos pueden afectar el sistema inmunitario y los procesos inflamatorios asociados”.
Cuáles son los alimentos que reducen el riesgo de artritis reumatoide
El metaanálisis llevado a cabo por los científicos de la Universidad de Leeds reveló datos significativos sobre la relación entre la dieta y el riesgo de desarrollar artritis reumatoide (AR). En este análisis, que analizó 24 años e incluyó a casi 3 millones de personas, se documentaron 9.677 casos confirmados de AR, en los que los investigadores identificaron cómo ciertos alimentos y nutrientes pueden reducir o aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad autoinmunitaria, ofreciendo evidencia robusta sobre el papel de la dieta en la prevención.
En palabras de Dong, esta investigación “ofrece una visión más clara de cómo los factores dietéticos interactúan con la inflamación y el sistema inmunológico, lo que podría guiar futuras estrategias de manejo y prevención”.
En ese sentido, uno de los hallazgos más destacados fue el efecto protector asociado al consumo de pescado graso, un alimento rico en ácidos grasos omega-3. Según los datos analizados, su consumo regular podría disminuir los riesgos debido a sus propiedades antiinflamatorias. Sin embargo, el estudio señala que este beneficio no es lineal, ya que una ingesta excesiva podría reducir o incluso neutralizar su efecto positivo.
En la misma línea, los investigadores observaron que las vitaminas, en particular la vitamina D, tienen un impacto significativo en la reducción del riesgo. Una suplementación diaria moderada podría disminuir el riesgo de AR en aproximadamente un 20%, reforzando su importancia en la regulación del sistema inmunológico.
Los cereales integrales y las frutas también mostraron efectos positivos, ya que cada incremento de 30 gramos al día de cereales integrales se asoció con una reducción del riesgo en un 3%, mientras que un aumento de 80 gramos diarios de frutas produjo una disminución del riesgo de hasta un 5%. Esta acción está vinculada con una alta concentración de antioxidantes, vitaminas y fibra, que actúan como reguladores de los procesos inflamatorios.
Janet Cade, coautora del estudio y profesora de Epidemiología Nutricional, explicó que “los cereales y las frutas no solo benefician al sistema inmunológico, sino que también reducen marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva y el factor de necrosis tumoral”.
El consumo de alcohol en cantidades moderadas también mostró un efecto protector. Según el estudio, ingerir hasta 7.5 unidades por semana —equivalente a cuatro pintas de cerveza ligera o tres copas y media de vino— se relacionó con una reducción de un 4% por cada aumento de 2 unidades semanales. Este efecto fue más evidente con el consumo moderado de cerveza, lo que podría deberse a los polifenoles presentes en esta bebida, que poseen propiedades antiinflamatorias. No obstante, el beneficio desapareció al superar este límite, e incluso se observó un incremento del riesgo con consumos excesivos.
Según los hallazgos del estudio, los ácidos grasos omega-3 presentes en los pescados grasos, así como los antioxidantes de las frutas y los cereales, “tienen el potencial de regular las respuestas inmunitarias y reducir los niveles de citoquinas inflamatorias, como la interleucina-6 y el factor de necrosis tumoral”. Estas citoquinas son proteínas clave en los procesos inflamatorios que caracterizan a la artritis reumatoide (AR). Además, la vitamina D, al modular el sistema inmunológico, podría disminuir en un 20% el riesgo de desarrollar esta enfermedad en personas con ingestas moderadas.
Infusiones bajo la lupa: cuáles elevan el riesgo de desarrollar artritis
En contraste, ciertos alimentos y bebidas estuvieron asociados con un mayor riesgo de desarrollar artritis reumatoide. El consumo de té, por ejemplo, aumentó el riesgo en un 4% por cada taza adicional al día. Este resultado es llamativo, dado que esta infusión es ampliamente reconocida por sus propiedades antioxidantes y otros beneficios para la salud. Sin embargo, el estudio enfatiza que estos efectos pueden variar según el tipo de té y el contexto dietético general.
De manera similar, el café, particularmente el café con cafeína, mostró una asociación más débil pero igualmente significativa con un mayor riesgo. Los investigadores sugieren que el exceso de cafeína podría amplificar respuestas inflamatorias en personas con predisposición genética, aunque esta hipótesis requiere mayor investigación.
Es que la inflamación crónica juega un papel central en el desarrollo de la patología, al igual que ocurre con otras enfermedades autoinmunes. Varios alimentos ricos en fibra, antioxidantes y nutrientes esenciales, como los cereales y las frutas, ayudan a regular el microbioma intestinal, una situación clave en la producción de ácidos grasos de cadena corta, compuestos que disminuyen la inflamación sistémica. Según los investigadores, este mecanismo podría explicar por qué una dieta basada en alimentos frescos y mínimamente procesados tiene un impacto positivo.
Por otro lado, las grasas no saludables y los azúcares refinados, presentes en dietas occidentales, contribuyen a la inflamación de bajo grado que puede aumentar el riesgo de AR. Además de sus efectos directos en el sistema inmunológico, los alimentos interactúan con otros factores de riesgo, como el tabaquismo, el índice de masa corporal y el estrés oxidativo, exacerbando o mitigando la inflamación. Por ello, los investigadores abogan por un enfoque dietético personalizado, en lugar de una recomendación genérica de “dieta saludable”.
Según Janet Cade, coautora del estudio, “los resultados sugieren que las estrategias de prevención deben adaptarse a las necesidades individuales, considerando factores genéticos y de estilo de vida”. Este enfoque podría beneficiar particularmente a quienes ya presentan predisposición genética o síntomas iniciales de artritis reumatoide (AR). Asimismo, en el ámbito de las estrategias preventivas, desde la OMS subrayan la importancia de intervenir en factores de riesgo modificables (dejar de fumar, mantener un peso saludable, realizar actividad física y llevar una dieta balanceada) y sumar acciones específicas (evitar la exposición a polvos de sílice y otras toxinas ocupacionales), que tienen un vínculo directo con el desarrollo de enfermedades autoinmunitarias.
A nivel clínico, estos hallazgos refuerzan la necesidad de incorporar la dieta como un pilar en el manejo de la AR. Aunque los medicamentos antirreumáticos, los glucocorticoides y los agentes biológicos son eficaces para controlar los síntomas y retrasar la progresión de la enfermedad, los cambios en la alimentación podrían complementarlos al abordar directamente las causas subyacentes de la inflamación.
Los autores del metaanálisis subrayan que las implicaciones para la salud pública son claras: adoptar un enfoque dietético integral y personalizado no solo puede reducir la incidencia de la artritis reumatoide (AR), sino también mejorar la calidad de vida de millones de personas. Aunque la AR no tiene cura, este avance brinda nuevas esperanzas a quienes están en riesgo de padecerla.
El estudio, desarrollado con una metodología basada en modelos de dosis-respuesta, permitió identificar umbrales de consumo seguro y efectivo para los distintos grupos alimenticios, al analizar tanto las asociaciones lineales como no lineales entre los alimentos y el riesgo de AR. Además, los investigadores controlaron factores de confusión como el tabaquismo, el índice de masa corporal (IMC), la actividad física y la ingesta total de energía.
Fuente: Infobae