En marzo de 2001, Armin Meiwes, un ingeniero informático alemán de 42 años, esperaba tener una cita con otro hombre, Bernd Jürgen Brandes (43), al que conoció a través de un anuncio que él publicó en una página web de fetichismo. “Busco varones jóvenes y robustos, de entre 18 y 30 años, para ser devorados”, decía el mensaje.
Tres años más tarde, durante el juicio que lo condenó, Meiwes relató los escalofriantes actos que cometió contra la víctima: lo descuartizó para guardar más de 30 kilos de carne humana en el freezer, se lo comió y ocultó el resto del cadáver en su propio jardín.
El caso del “caníbal de Rotemburgo”, como fue apodado después, conmocionó a la sociedad alemana por las atrocidades que el condenado describió en su testimonio. Sin embargo, el proceso judicial fue complejo porque en ese país, para ese entonces, no existía una legislación para este caso particular.
Pero, más allá de eso, lo que mayor sorpresa trajo fue una carta escrita por la propia víctima, en la que daba su completo consentimiento para que el agresor se lo comiera.
El caso del caníbal de Rotemburgo
Armin Meiwes nació el 1 de diciembre de 1961 en la ciudad de Essen, en Alemania. Sus padres se divorciaron cuando él tenía 8 años y, al poco tiempo, sus hermanos mayores se mudaron de la casa en donde vivían todos juntos. Por eso, durante su infancia pasó mucho tiempo solo, al punto de tener un amigo imaginario al que llamó “Franky”.
Con ese amigo, Armin podía ser él mismo y podía decir todo lo que pensaba, algo que le había traído problemas cuando estaba con su mamá u otras personas. Es que esos pensamientos tenían que ver con un deseo muy profundo: poder comerse a una persona.
El anhelo de Meiwes se hizo más evidente cuando creció y comenzó a salir con chicos en la secundaria y en la universidad, luego de empezar a estudiar la carrera de ingeniería informática. Sin embargo, no fue hasta cuando su madre murió que él se animó a indagar en aquello que sentía.
A principios de los 2000, Armin se sumergió en chats y foros de personas relacionadas con diversos fetiches. En esos rincones de Internet, se encontraban las búsquedas más insólitas e inimaginables, el lugar perfecto para una persona como él.
Fue así como decidió compartir una publicación en la que se describía un pedido muy específico: “Busco varones jóvenes y robustos, de entre 18 y 30 años, para ser devorados”. Según declaró el propio Meiwes en entrevistas posteriores, el consentimiento era muy importante para él. Por eso, era esencial encontrar a un voluntario que “quisiera ser comido”.
Si bien la búsqueda fue larga, una persona respondió el anuncio y se ofreció para el acto. Se trataba de Bernd Jürgen Brandes, un ingeniero de Berlín que tenía los mismos fetiches que Armin.
La cita fue el 9 de marzo de 2001 en la casa del informático, ubicada en la ciudad de Rotemburgo. En cuanto Brandes llegó, tomaron bastante alcohol para llevar a cabo su plan macabro. Previamente, ambos habían acordado que Armin le cortaría el pene a Bernd y que luego lo cocinaría para que los dos se lo comieran. Todo iba a quedar registrado en un video íntimo.
Sin embargo, en cuanto Meiwes llevó a cabo los primeros pasos, Brandes se descompensó por la cantidad de sangre que perdió. Fue en ese momento cuando Armin decidió que iba a llevarlo todo al siguiente nivel, por lo que, horas más tarde, degolló a su víctima y lo descuartizó para guardar su carne en el freezer. En cuanto al resto del cadáver, lo ocultó en el fondo de su jardín.
Dos días más tarde, la exnovia de Brandes denunció su desaparición a la Policía, mientras que Meiwes comenzó a alimentarse de la carne de su víctima y a buscar nuevas personas que estuvieran dispuestas a ser comidas.
Pese a ello, todo cambió el 8 de julio de 2002 cuando un estudiante universitario lo denunció a las autoridades. El chico les dijo que Armin había publicado en varios foros que “había probado la carne humana” y que buscaba alguien que ofreciera su cuerpo.
Por este motivo, los investigadores comenzaron a indagar en sus antecedentes, aunque sin mucho éxito, ya que siempre se había mantenido al margen de la sociedad. Pero las sospechas llevaron a que la Policía de Rotemburgo realizara un allanamiento en su casa.
Allí, si bien los policías aún no podían confirmar nada, secuestraron tres cuchillos, un hacha y un delantal de carnicero, su computadora y una cámara para continuar la investigación. Un mes más tarde, la Justicia descubrió el contenido de los videos y ordenó la detención inmediata de Armin Meiwes.
Durante el juicio, se presentó una complejidad que marcó la historia judicial de Alemania. Antes de morir, Bernd Jürgen Brandes había dejado una carta firmada en la que daba su consentimiento para que Meiwes se lo comiera. La defensa del acusado usó este elemento para argumentar que los hechos habían desencadenado en un “homicidio a pedido”, un delito que preveía hasta cinco años de prisión.
Esta estrategia funcionó y, en enero de 2004, Armin Meiwes fue condenado a ocho años de prisión por este último cargo, aunque la fiscalía decidió apelar la condena.
Finalmente, en 2006, la Justicia anuló la condena anterior y lo sentenció a cadena perpetua por “homicidio con motivos sexuales”.
Ya desde la cárcel, Meiwes dio una entrevista televisiva en la que dio detalles escalofriantes sobre el macabro acto que cometió contra Brandes: “El primer mordisco fue muy extraño. Fue un sentimiento que realmente no puedo describir. Pasé 30 o 40 años anhelándolo, soñando con ello, y ahora tengo la sensación de haber logrado un contacto interior perfecto a través de su carne”.
Fuente: TN