Una familia italiana tuvo durante décadas un cuadro de Pablo Picasso en su casa y luego en un bar y no se habían dado cuenta. La obra, que había sido encontrada en el sótano de una casa de Capri en 1962, es un retrato de los años 30 de la artista Dora Maar, amante y musa del pintor malagueño.
El cuadro lo encontró el chatarrero Luigi Lo Rosso entre escombros en un sótano. “Llegó con esa tela enrollada y sucia y no me gustó nada, pero la lavé con agua y jabón y la colgué en el salón”, contó su esposa Anna Lo Rosso. “Parece un garabato”, opinó. Aunque el hijo de la familia, Andrea, de 60 años, sospechaba desde que tenía 11 años que la obra era de Picasso, pasaron décadas hasta que un grafólogo confirmara la autenticidad de la obra.
Según contó el hombre, cuando tenía 11 a su tía la regaló una enciclopedia donde había una foto de un cuadro que se parecía mucho. “Se lo enseñé a mi maestro y le dije que tenía uno parecido en casa. No me creyó”, explicó.
“Mi padre era de Capri y coleccionaba trastos viejos para venderlos por casi nada”, dijo. “Encontró el cuadro antes de que yo naciera y no tenía ni idea de quién era Picasso. No era una persona muy culta. Cuando leía sobre las obras de Picasso en la enciclopedia, miraba el cuadro y lo comparaba con su firma. Le decía a mi padre que era similar, pero él no lo entendía. Pero a medida que fui creciendo, seguí preguntándomelo”, contó el hombre al diario The Guardian.
Hasta hubo momentos en que la familia consideró deshacerse del cuadro. “Mi madre no quería quedárselo, decía que era horrible”, recordó.
Finalmente, la familia colgó el cuadro en el bar familiar durante varios años, hasta que un cliente se percató de la firma. “Los clientes lo veían, pero nadie decía nada, hasta que un día un hombre nos dijo que la obra no debía estar ahí, que ese nombre de la firma era muy importante”, explicó Andrea.
El hombre contó que se puso varias veces en contacto con la Fundación Picasso de Málaga, pero dijo que no mostraron ningún interés en examinar sus afirmaciones, porque las consideraban falsas.
No obstante, Andrea pidió asesoramiento a un equipo de expertos entre los que se encontraba un conocido detective especializado en arte, Maurizio Seracini, así como una grafóloga, Cinzia Altieri, integrante del comité científico de la Fundación Arcadia, que se ocupa de las valoraciones, restauraciones y atribuciones de obras de arte.
La grafóloga forense confirmó hace pocos días que la letra de la firma pertenece a Picasso. “Trabajé en ella durante meses, comparándola con algunas de sus obras originales. No hay duda de que la firma es suya. No había ninguna prueba que sugiriera que fuera falsa”, afirmó al Guardian. “Estoy absolutamente convencida que no solo es auténtica la firma, sino el cuadro en su conjunto”, le dijo a RTVE.
Luca Marcante, presidente de la Fundación Arcadia, cree que puede haber dos versiones de la obra. “Ambas podrían ser originales”, declaró al diario Il Giorno . “Probablemente, sean dos retratos, no exactamente iguales, del mismo tema pintados por Picasso en dos momentos diferentes. Una cosa es segura: el que se encontró en Capri y ahora se conserva en una bóveda en Milán es auténtico”.
Marcante presentará ahora las pruebas ante la Fundación Picasso con la esperanza de que lo incluya en su catálogo final. “Tengo curiosidad por saber qué dicen”, dijo Lo Rosso. “Éramos una familia normal y el objetivo siempre fue establecer la verdad. No nos interesa ganar dinero con ello”, agregó, aunque la obra fue ahora valuada en unos 10 millones de euros.
Picasso visitaba frecuentemente la isla de Capri y se cree que la pintura fue creada entre 1930 y 1936. El artista, que murió en 1973, produjo más de 14.000 obras y la fundación afirma que recibe cientos de mensajes a diario de personas que dicen estar en posesión de un original.
Fuente: TN